Estrangulado por el juego

Se llama “juego” aunque no tiene nada de divertido. Hasta tal punto que se convierte en una verdadera y auténtica enfermedad para la cual, hasta el día de hoy sigue sin existir una estrategia de curación definitiva y eficaz: la ludopatía. Y sin embargo, aunque por un lado empieza inevitablemente a repercutir en el coste sanitario nacional, por otro enriquece las arcas del Estado a través de los Monopolios. Y de esta forma, entre abuelitas que se juegan toda la pensión esperando un golpe de suerte y –cada vez más a menudo– parados que invierten lo poco que ilusionados con cambiar de vida, sucede que también los jóvenes se contagian con esta enfermedad; como en el caso de un joven de 27 años de Massafra, provincia de Tarento, que primero despilfarró 3.000 euros en una sala de apuestas de Palagiano, y luego fingió un atraco. Como resultado cambió de vida, sí, pero a peor: fue denunciado a los carabinieri.
Fue él precisamente quien se presentó en el Cuartel del Arma en Palagiano y quien contó que había sido víctima de un atraco en una calle periférica, mientras viajaba en su coche. Los autores eran dos presuntos maleantes que llegaron en una moto de gran cilindrada, con el rostro oculto por cascos integrales y le obligaron a detenerse. También explicó que le amenazaron con un cuchillo y le quitaron la suma en efectivo de 3.000 euros que había sacado poco antes en la Oficina Postal de Palagiano. La versión dada por la víctima ofrecía algunas lagunas, a veces era inverosímil, hasta tal punto de que los carabinieri empezaron a sospechar y decidieron realizar comprobaciones.
Para reconstruir el recorrido de la víctima y detectar la presencia de eventuales atracadores, se estudiaron las grabaciones de las cámaras de vídeo vigilancia de algunos comercios del casco urbano de Palagiano. En pocas horas los militares pudieron establecer que el joven, después de salir de la Oficina Postal de la que había sacado el dinero, había ido directamente a una sala de apuestas cercana donde, en unas dos horas, había despilfarrado toda la suma. Ante estas evidencias, el joven admitió que había gastado el dinero en una serie de apuestas deportivas y que había fingido un atraco para esconder a la familia lo sucedido.

Un caso, uno entre tantos, de toda una serie interminable de pequeñas y grandes ruinas familiares. Un problema que los señores de las apuestas conocen perfectamente, tanto es así que los jerifaltes de las máquinas tragaperras y de videolotería, en práctica las empresas concesionarias, en teoría deberían destinar hasta un millón de euros de su ejercicio al desarrollo de planes de comunicación e información sobre la ludopatía.

En realidad, el plan de desarrollo no es más que una integración que sigue la estela del plan nacional para la prevención del juego de azar, aprobado en su día por un Observatorio creado a posta y previsto en el Decreto Balduzzi del año 2012. Este instrumento aún está siendo estudiado por el Gobierno para evaluar su impacto financiero. Y visto que las iniciativas del Plan de Desarrollo de los Monopolios se enmarcan en las áreas de intervención del plan nacional “la correspondiente puesta en marcha de forma sistemática se ha aplazado en espera de que dicho documento sea completamente analizado a nivel político”. En resumen: por ahora los ludópatas estarían abandonados a su suerte.

Entre los fenómenos emergentes en estos últimos años – explica un estudio del Observatorio del Departamento de Políticas Antidroga de la Presidencia del Consejo de Ministros, que también se ocupa de dependencias – se observa precisamente una expansión del juego de azar tanto entre los estudiantes como entre la población en general. En 2014, el 45,0% de los estudiantes ha declarado que ha jugado en el último año: en concreto 480.000 chicas y 800.000 chicos admiten haber jugado de azar en los últimos 12 meses. Analizando las respuestas dadas por los estudiantes en un cuestionario que se les había entregado, y verificado a nivel internacional, los jugadores problemáticos y patológicos en 2014 eran alrededor del 8% de los entrevistados con sensibles diferencias entre chicos y chicas (el 13,5% contra el 2,8%).

Respecto a 2013 se observa una tendencia a aumentar tanto entre los chicos (el 13,5% en 2014 contra el 13,0% en 2013) como entre las chicas (el 2,8% en 2014 contra el 2,4% en 2013). Como aparece ya en el estudio del año 2013, el comportamiento del juego de azar se asocia al consumo de sustancias psicotrópicas; en efecto, entre los jóvenes que presentan un juego de azar patológico se detecta un porcentaje de consumidores de sustancias ilegales equivalente al 40% frente al 32% de consumidores de sustancias ilegales entre los jugadores de azar “no problemáticos”.
También en este sector, como por desgracia en tantos otros ámbitos, son los adolescentes los que más corren un riesgo ya que se acostumbran a pensar en el juego de azar como en algo inocuo y al mismo tiempo útil para “el gran cambio”. Salvo que se llegue a los primeros años de vida real, como en el caso del joven de Massafra, y verse ya quemado. En este sentido, la política debería hablar menos y actuar más. Ninguna revisión del gasto público vale la vida de nuestros jóvenes.

Traducción a cargo de ProLingua